El origen de Chucena estuvo muy relacionado con los antiguos asentamientos de Tejada la Vieja y Tejada la Nueva, situados en el municipio de Escacena del Campo. El primero fue, desde el inicio del primer milenio hasta su desaparición, a mediados del siglo IV a. C., un importante centro comercial y metalúrgico de cultura tartésica y fenicia.

Posteriormente, hubo un cambio de especialización hacia las actividades agrarias en Tejada la Nueva, conocida en los textos romanos como Ituci, y emplazada en una feraz campiña.

El progreso de Chucena se produce lentamente desde la Edad Media, por el despoblamiento de Tejada.

La conquista de Tejada se produce en 1253, bajo el reinado del rey castellano Alfonso X. En un principio, Chucena forma parte, como tierra de realengo, del Concejo de la ciudad de Sevilla.

Existen unos Archivos Municipales de gran amplitud, valor y que facilitan conocer la historia de esta villa y del Marquesado desde mediados de siglo XVI hasta la actualidad. Estos archivos pueden ser completados con los de la Casa de Medinaceli, que se remontan a mediados del siglo XIII para el caso de Chucena, y recogen la historia desde el inicio de la conquista cristiana. También sobre Chucena, a diferencia de otros muchos pueblos, existen dos libros de carácter histórico y que hoy suponen una referencia obligada: Apuntes históricos de la villa de Chucena (1958), del padre Jacinto, y Estudio histórico del Marquesado de Alcalá de la Alameda (1975), de Martín Sánchez Franco.

La historia de Chucena queda íntimamente ligada a la de Alcalá de la Alameda. un antiguo núcleo, con similar y coetáneo origen histórico, situado a medio kilómetro del primero, y que hoy se halla deshabitado y con un caserío prácticamente desaparecido. Sin embargo, esta pequeña villa dio nombre, quizás por tener una toponimia de mayor resonancia, a un importante Marquesado desde el siglo XVI, con jurisdicción señorial en este núcleo y en el de Chucena.

Estas dos villas recibieron el 10 de octubre de 1568 sus primeras Ordenanzas, que no sólo son las mismas, sino que se obligaba a un cumplimiento en común. Éstas permitían al señor o Marqués intervenir en asuntos militares y defensa, en justicia y administración política y hacendística. De esta manera, a través de sus facultades administrativas nombraba las autoridades locales, regulaba los asuntos internos de la ciudad y cobraba determinadas rentas (González Gómez, A., 1987). Estas Ordenanzas privaron a sus habitantes de numerosos usos y costumbres que habían sido asumidos cuando eran tierras de realengo.

A pesar de su pertenencia a la familia de los Portocarrero y a un mismo Marquesado y su similitud en los aspectos socioeconómicos, la villa de Chucena cobró mayor actividad que la de Alcalá.

Al ser una comunidad básicamente agrícola, sus habitantes tuvieron en ocasiones enfrentamientos con el Consejo General de la Mesta por plantar viñas y cercar tierras, lo que estaba en contra de los intereses de los ganaderos. Sin embargo, la influencia del Marqués hizo que siempre se consiguieran dictámenes favorables para los agricultores por parte de la Chancillería de Granada.

Durante el reinado de Felipe III, el Marquesado se ligará al Ducado de Medinaceli hasta la supresión del régimen señorial en 1837, al casarse doña Ana María Ribera de Portocarrero, hija y heredera de la segunda marquesa doña Antonia de Portocarrero, con don Antonio Luis de la Cerda, duque de Medinaceli.

Durante el siglo XVIII se asiste a un progresivo despoblamiento de Alcalá de Alameda en favor de Chucena a causa de una epidemia de peste. Alcalá de Alameda se convierte en dependiente de ésta.

En 1783, Chucena, en Cabildo abierto, reclamó la jurisdicción del rey en contra de la de su señor, el Marqués de la Alameda y Duque de Medinaceli. Pero estas reivindicaciones no llegaron a buen puerto, y éste siguió nombrando las autoridades locales, principalmente la del alguacil mayor, hasta 1812.

El Marquesado tendrá una primera caída de poder a partir del 24 de mayo de 1812, cuando se constituye el primer Ayuntamiento constitucional de Chucena y que englobará a la casi despoblada Alcalá de la Alameda, además de a las dehesas de Torralba, Genís y Garruchena. En este momento se le privará al pueblo de la dehesa de Purchena, que pasará a la jurisdicción de Villalba. Ello suponía perder su autoridad en la composición de las nuevas autoridades y gestión municipal (Sánchez Franco, M., 1975).

En 1833, Chucena pasa a depender de la provincia de Huelva y del partido judicial de La Palma del Condado, en detrimento de la de Sevilla, con la cual había tenido intensas relaciones económicas e históricas.

Desde sus inicios hasta la actualidad, Chucena ha sido un núcleo eminentemente agrícola y algo ganadero. Pascual Madoz, para mediados del siglo XIX, nos dirá : “la producción de granos es muy escasa; la de aceituna es la más abundante; hay algunas viñas, ganado vacuno y muy poco de lanar....”

Ligada a la historia de Chucena, hay que recordar la existencia hasta 1988, cuando hubo de ser talado, de un gran pino de varios siglos de antigüedad, que fue declarado en 1954 Monumento de Interés Local y conocido como el Pino del padre Jacinto. Fue tal su importancia, que figura actualmente en el escudo heráldico del pueblo. De su madera se construyó una gran cruz.

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